Amo la palabra escrita,la que libera las alas de mi imaginación y me permite viajar en el tiempo y volver a lugares conocidos o crear mis propios ambientes.
La que me permite adueñarme de historias que no son mías, la que me facilita plasmar una realidad que duele hasta los huesos y me otorga más extensión que los 3 minutos y medio que puede durar una canción.
Amo ese instante que vienen las musas a seducirme y entre sorbos de café y cigarrillos, nos fundimos en un coloquio silencioso que dura hasta la madrugada…