Siempre hay un motivo para cantar, las manos de un niño cuando va a rezar…
la sombra de un abuelo, que va apoyando las penas en su bastón…
La injusticia que se pasea petulante por las adoloridas calles decoradas de pobreza…
Charlatanes con las sotanas y los bolsillos llenos de la fe metálica, de los demás…
Politiqueros ególatras, oportunistas, vendedores de ilusiones que durarán 4 años…
siempre…siempre hay un motivo para cantar.